Ed. Diario Progresista, 8 de mayo de 2014
En una columna anterior hablé del problema de la profesionalización del asociacionismo, hoy trataré el problema de los vínculos personales en el asociacionismo y su confusión con grupos de ayuda mutua. Suena duro, pero yo apuesto por un tipo de asociacionismo menos emocional y más político. Me explico.
En estos casi 20 años de asociacionismo, he visto que, en la discapacidad al menos, lo emocional y lo político se entremezclan. De este modo, se pueden encontrar estos tres grandes grupos de intereses, (a parte del profesional), a la hora de entrar en estas asociaciones.
Un primer tipo sería la persona con dependencia emocional. Estas personas, buscan paliar su dolor compartiendo experiencias con otras personas o familias con sus mismos problemas. Esto, genera unos lazos emocionales que crean dependencia de la organización al hacer girar su vida social alrededor de la asociación, la asistencia a todas sus actividades y la vida social con sus miembros fuera de dichas actividades.
Un segundo grupo, sería casi un subgrupo dentro del anterior gran grupo, es aquel grupo que podríamos llamar de líderes o dinamizadores. Son quienes crean las actividades anteriormente dichas generando ilusión en el primer grupo.
Por último, un tercer grupo sería el egoísta. Es aquel que se limita a utilizar al grupo para la resolución de su problema personal y/o puntual. Estas personas, al ver resuelto su problema se desinteresan de las actividades de la asociación o se va de ella.
En contraposición a esto, yo apuesto por un modelo asociativo más político, basado en lo siguiente.
Actuación con una línea ideológica clara y específica. No todas las personas tienen las mismas circunstancias socioeconómicas, por lo tanto, su visión de la realidad no será la misma y los servicios que precisan tampoco.
Prevalencia de la causa común frente a los problemas individuales. Aunque se puede ayudar a las personas socias con sus problemas personales mediante asesoramiento y presión, se deberá dar prioridad a las campañas con un objetivo general, aunque sea específico a nivel legislativo, administrativo, etc, etc…
Ausencia de lazos emocionales entre las personas socias. Apuesto por unas actividades reivindicativas y menos asistenciales y por supuesto prescindir de actividades de socialización, no es la función del asociacionismo.
Esto nos llevaría a una visión más digna de la discapacidad y la dependencia, teniendo más capacidad de presión en la lucha por nuestros derechos y no viendo estos como concesiones de gracia.